domingo, 15 de marzo de 2009

50 AÑOS DE LA PELÍCULA SOVIÉTICA "LA BALADA DEL SOLDADO"

Título Original: Ballada o soldate
Dirección: Grigori Chukhraj
Producción:: M. Chernova para Ministervo Kinematografii (U.R.S.S.).
Guión: Grigori Chukhraj / Valentin Yezhov
Fotografía: Vladimir Nikolayev / Era Savelyeva
Música: Mikhail Ziv
Año: 1959
Género: Drama
País: Unión Soviética
Formato: B/N
Duración: 90 minutos

Candidata a la Palma de Oro del Festival de Cannes (1960)
Candidata al Oscar al mejor guión (1962)

En los quince años transcurridos entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el estreno de LA BALADA DEL SOLDADO, las actitudes del cine hacia el conflicto bélico sufrieron un cambio gradual en los distintos países combatientes. El punto de vista heroico fue dejando paso a visiones de la guerra como aventura, comedia o soporte para historias románticas; y, cada vez con menor frecuencia, a consideraciones sobre los aspectos éticos y trágicos de la guerra.

En la URSS el proceso se vio artificialmente retardado por la postura de Stalin, que exigió “calidad en lugar de cantidad”, lo que significaba que sólo se podían llevar a la pantalla los guiones previamente aprobados por él. De acuerdo con esta política, el cine soviético se limitó a representar la guerra como pesadas reconstrucciones de batallas y enfrentamientos militares (aunque con algunas notables excepciones). En 1953, año en que murió Stalin, la producción cinematográfica se encontraba prácticamente paralizada.

En el consiguiente “deshielo” político, la situación cambió a gran velocidad. Los directores veteranos tenían todos guiones preparados que llevaban mucho tiempo queriendo realizar; los jóvenes diplomados de la Escuela de Cine de Moscú estaban deseando lanzarse a la palestra. Muy pronto, una brisa fresca comenzó a correr por la cinematografía soviética, lo que aportó una visión más personal a los distintos géneros cinematográficos, incluyendo el bélico.

Entre los nuevos cineastas de talento surgidos durante este período cabe destacar a Grigori Chukhrai, quien había estudiado en la Escuela de Cine de Moscú con Sergei Yuketvitch y Mikhail Romm. Su debut cinematográfico, El 41 obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes de 1956. Se trataba de un remake de la famosa película muda de Yakov Protazanov, y tenía como tema el conflicto entre la razón y los sentimientos de una joven guerrillera enamorada de un soldado “blanco” durante la Guerra Civil que siguió a la Revolución.

Dos años después, el veterano director Mikhail Kalatazov asombró al público de medio mundo con Cuando pasan las cigüeñas. Tomando como pretexto un romance en tiempos de guerra, llevaba todavía más lejos el conflicto entre el amor y la guerra de El 41, y acababa con viejos tabúes, hablando por primera vez de temas tales como la corrupción, la cobardía y la deserción. La película obtuvo numerosos premios internacionales y representó un punto de inflexión en el cine bélico de la URSS (como lo había representado El puente sobre el río Kwai para el de Gran Bretaña un año antes).

Sirvió para abrir nuevos caminos, que, aunque en vena más ligera, siguió Chukhrai con LA BALADA DEL SOLDADO, su segunda película.

Rodada en los estudios moscovitas y en escenarios naturales, LA BALADA DEL SOLDADO comienza con una secuencia aterradora y espléndidamente rodada, en la que Alyosha, el joven soldado, se ve perseguido implacablemente por un grupo de tanques. Pero esta es la única escena bélica de toda la película que, a partir de ahí, se ocupa de los efectos de la guerra sobre las vidas de los individuos. Alyosha se convierte en héroe más por suerte que por voluntad. Se trata de un sencillo muchacho de campo que prefiere un permiso a la medalla que le ofrecen como recompensa pues lo que más desea es volver a ver a su madre y arreglar el tejado de su vieja casa en el pueblo. A través de su largo viaje a través de una Rusia destruida y desgarrada mantiene una postura asombrada e inocente frente a los casos de tragedia, infidelidad, lealtad, esperanzas, desilusiones y amor con que se va encontrando. Es un personaje que tiene mucho más que ver con las tradiciones folklóricas rusas que con la épica de la guerra. Las distintas personas con que se tropieza en carreteras y ferrocarriles poseen una fuerte personalidad y están magníficamente encarnadas por un excelente elenco de actores y actrices, y la película entera está llena de detalles rebosantes de sentido de la observación que ilustran como las preocupaciones cotidianas se han visto intensificadas por la guerra.

La película resulta al mismo tiempo divertida y conmovedora, especialmente en las escenas de encuentros y despedidas en las estaciones de ferrocarril. Los distintos estados de ánimo del protagonista se ven enfatizados por las logradas imágenes de paisajes, camiones y trenes llenos de gente, sencillos campesinos en busca de sus hijos o hermanos, etc. LA BALADA DEL SOLDADO cobra además un cierto patetismo derivado de la sensación que tiene en todo momento el espectador de que es posible que Alyosha no sobreviva a la guerra.

Fuente: Historia Universal del Cine, vol. nº 8, Planeta.


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