lunes, 11 de agosto de 2014

"LA COMUNICACIÓN EN VENEZUELA, EN MANOS DEL PODER POPULAR"

Durante décadas, el escenario mediático de América Latina se ha definido por la existencia de grandes oligopolios en manos de las familias más ricas de la región, convertidas en actores políticos ilegítimos con capacidad para imponer y derrocar gobiernos. Sin embargo, el giro a la izquierda dado en la mayoría de los países del subcontinente supuso el alejamiento de las políticas neoliberales para ganar en democracia y participación ciudadana, lo que a su vez implicaba democratizar la comunicación y permitir el acceso igualitario a los medios. Y es que, como recuerda el comunicador Antonio Pasquali, esta participación en igualdad de condiciones no es “la última y refinada coquetería en las democracias adultas, sino la esencia misma del sistema”[1].

Emisora Negro Primero. Fotografía: Mª Cruz Tornay Márquez.
Emisora Negro Primero. Fotografía: Mª Cruz Tornay Márquez.

Ninguno de los países que apostaron por democratizar la comunicación y romper los monopolios mediáticos lo consiguieron sin que sus gobiernos recibieran a cambio las mayores campañas de ataques, fundamentadas en el derecho a la libertad de expresión, cuando realmente se trataba de defender el derecho a copar un bien público como es el espacio radioeléctrico.

En este escenario de lucha de poderes, la República Bolivariana de Venezuela es el ejemplo más extremo de lo que puede hacer el poder mediático para conservar unos intereses de clase, en este caso amenazados por la llegada del presidente Hugo Chávez al gobierno. El 11 de abril de 2002, el país sufrió lo que ha pasado a la Historia como el “primer golpe mediático” por la implicación de algunos medios de comunicación junto a la patronal del país, Fedecámaras, en la planificación y desarrollo del intento de golpe de Estado. Las cadenas privadas Globovisión, Venevisión, RCTV y Televen hicieron creer que los simpatizantes chavistas que se protegían de los disparos de los francotiradores atacaban a una marcha de opositores en una avenida que en realidad se encontraba vacía. Horas después, presentaban a un triunfante Pedro Carmona, presidente de la patronal golpista, asumiendo la presidencia del país ante la supuesta renuncia de Hugo Chávez.

En el momento en el que medios españoles y estadounidenses abrían con la noticia de un nuevo presidente en Venezuela, miles de personas bajaban de los cerros de Caracas para exigir la restitución del presidente electo. Para los medios privados aliados de la burguesía venezolana, lo que ocurría a las puertas del Palacio de Miraflores no era noticia y prefirieron emitir series de dibujos animados.

En las horas de apagón informativo que sólo sumaban confusión y desconcierto sobre lo que sucedía en la capital, los medios de comunicación populares realizaron una labor fundamental en la denuncia del ataque a la legalidad democrática y en la visibilización del respaldo popular a Chávez. La mayoría de las emisoras que salieron a las ondas durante esas horas eran radios que venían de la clandestinidad y represión en los años de presidencia de Rafael Caldera y que dejaron de ser perseguidas a partir de 1998, lo que favoreció un impulso del movimiento.

Los sucesos de abril de 2002 pusieron al descubierto cuál iba a ser uno de los grandes enemigos del presidente Chávez a lo largo de su mandato y lo necesario de contar con canales que contrarrestaran la influencia y el poder mediático que en ese momento ejercían cuatro familias (Cisneros, Phelps, Capriles y De Armas), que a su vez contaban con ramificaciones en otros sectores económicos.

Comunicación popular en movimiento

Antes de eso, el movimiento de comunicación popular se había organizado en el marco del proceso constituyente para solicitar la inclusión de avances respecto a la democratización de la comunicación y del espectro radioeléctrico. José Manuel Iglesias, miembro de la coordinación de la Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres y Alternativos (ANMCLA), explica cómo, efectivamente, en el año 2000 se reforma y promulga la Ley Orgánica de Telecomunicaciones, que deja espacio a las emisoras que anteriormente ni siquiera tenían cabida en la ley y que permitió que un año después se publicara el reglamento de radiodifusión. Las reformas fueron utilizadas por los medios privados como un ataque a la libertad de expresión y a la supuesta pluralidad de medios cuando, en realidad, la mayoría pertenecía a los mismos dueños.

Emisora Negro Primero. Fotografía: Mª Cruz Tornay Márquez.
Emisora Negro Primero. Fotografía: Mª Cruz Tornay Márquez.

La reforma supuso en ese momento un avance hacia la redistribución del espacio radioeléctrico, pero la formidable campaña de ataque que generó no se correspondía en absoluto con las aspiraciones de la norma, que realmente era poco ambiciosa. Lejos del reparto porcentual y equitativo aprobado en países como Ecuador, Argentina o Bolivia, la Ley de Telecomunicaciones cede a la radiodifusión comunitaria los espacios huecos que deja la privada y hoy la distribución del espectro se reparte aproximadamente entre un 80 por ciento para los medios privados, un 18 para públicos y un escaso dos por ciento para los comunitarios. Para Iglesias, la Ley de Telecomunicaciones es una norma “bastante neoliberal, ya que ni siquiera habla de porcentajes y lo público y comunitario sigue siendo bastante marginal”. Hubo un tiempo en que también se sumaron a la petición de la distribución porcentual, más que un reparto de frecuencia, pero lo que en este momento se pide desde ANMCLA es “un control social del espectro que de una forma organizativa permita que éste sea controlado por el poder popular”.

Aunque no llegara tan lejos como las reformas de Argentina o Ecuador, la ley y el apoyo gubernamental permitieron un avance fundamental para democratizar la comunicación entre una mayoría social invisibilizada en los medios privados. En un país con mayoría mestiza, democratizar los medios significa democratizar las voces y los rostros del pueblo. José Manuel cuenta cómo la televisión privada había acostumbrado a la sociedad a que no saliera “ni un marroncito claro”, pero “que ahora se vea y se escuche el mestizaje de este país es un aporte no sólo al proceso revolucionario, sino a un mundo más humano y más justo”.

De partir de una situación de ilegalidad y represión, en la actualidad se calcula que existen en Venezuela 1.175 medios alternativos y comunitarios entre radios y televisiones y medios impresos y digitales. Además, cuentan con 250 “unidades de comunicación de calle” puestas en marcha con el reparto de megáfonos entre los consejos comunales y movimientos sociales. A su vez, estos medios populares se organizan en 37 redes regionales y ocho organizaciones nacionales, entre ellas, ANMCLA, que comenzó a funcionar un año después del golpe.

Los medios alternativos y comunitarios han estado ligados a la organización popular y algunos han logrado la autogestión a través del apoyo de la comunidad. Es el caso de algunos medios emblemáticos, como Radio Arsenal, en el barrio caraqueño del 23 de Enero; Lara TV, en la ciudad de Barquisimeto, o la radio Negro Primero, emisora de la comuna Sarria.

La Negro Primero se encuentra en la segunda planta del edificio de la comuna Simón Rodríguez, en un barrio situado a los pies del parque nacional Waraira Repano, nombre que dio a la cordillera el grupo indígena caribe que habitaba en el valle de Caracas. Antes de llegar a la cabina, Carlos Lugo muestra los talleres de costura, la panadería, la pescadería y la charcutería que actualmente funcionan en la comuna para activar un tejido productivo que a su vez garantiza al barrio alimentos a precios justos. En la misma planta de la charcutería y frente al taller de costura se encuentra la cabina de radio en la que participan vecinas y vecinos y miembros de las empresas de propiedad social directa que trabajan en el edificio. En Venezuela, la agenda política marca el día a día y las cuñas de la pescadería de la comuna se intercalan con las intervenciones de las personas que llaman para denunciar el nuevo intento de golpe de Estado que se esconde detrás de las protestas estudiantiles.

Carlos Lugo, coordinador de la emisora Negro Primero, explica cómo la visión de un modelo de comunicación integral implicó levantar en catorce años “un proyecto que pasa por cuatro elementos indispensables: la vida colectiva comunal-social, la producción, la defensa integral y la comunicación”. Como en otras experiencias, la radio Negro Primero en ningún momento fue un fin en sí mismo, sino un elemento de desarrollo que llega a todos los elementos de forma transversal. A su vez, la integración en la comuna permite el mantenimiento y la financiación de la emisora de forma autónoma, lo que todavía supone una asignatura pendiente para la mayoría de medios comunitarios que se financian a través de los ingresos recibidos por la publicidad que contrata el Ministerio del Poder Popular para la Información y la Comunicación (MINCI).

El papel de los medios comunitarios a lo largo de estos años ha sido fundamental tanto para el desarrollo social como para “la revolución que se está viviendo en América Latina y puntualmente también en Venezuela”. Y tanto es así porque la comunicación se convierte en una herramienta para hacer frente a un modelo que “durante siglos ha impuesto enajenación, dominio y legitimación del individualismo”. Un tipo de comunicación en el que se defienda la conciencia de la vida colectiva y social es fundamental en barrios como este del norte de Caracas en los que, según explica Carlos, durante años “se impuso la pobreza y la miseria y se dejó a los desclasados”.

Combatir, aunque sea en desventaja, contra “un asedio de veinticuatro horas por todos los flancos de enajenación y consumo” significa ejercer a través de la comunicación “una lucha de clases que implica desmontar al enemigo con sus mismas herramientas”. Carlos es consciente del momento histórico que vive Venezuela y América Latina y cómo es necesario dar “una batalla comunicacional y política, junto a la organización popular”. Esta conciencia ha supuesto la creación de alianzas con otros colectivos y la generación de estructuras como Las Montoneras[2] o Ecopopular[3], portal de portales puesto en marcha por comunicadores de Argentina y Venezuela.

Desafios pendientes

El papel de los medios comunitarios y alternativos para democratizar la comunicación y avanzar en la organización del poder popular en Venezuela ha sido innegable, si bien todavía quedan por delante desafíos de los que el movimiento es consciente. Organizaciones y colectivos de medios comunitarios se reunieron hace poco para impulsar el Plan Nacional de la Comunicación Alternativa y Comunitaria para los próximos cinco años y plantearon propuestas respecto a cuatro grandes temas: el aspecto formativo, que hace de cada medio una escuela; el fortalecimiento de la producción de contenidos propios; el uso responsable de la comunicación del espectro radioeléctrico, y la autosustentabilidad del medio “tomando como referencia la autogestión de algunos medios con apoyo del poder popular”, según explica Reynaldo Escorza, director de la Dirección de Medios Alternativos y Comunitarios del MINCI.

A diferencia de otras experiencias de radios populares sectoriales, como las radios mineras o las campesinas, el desarrollo de los medios comunitarios en Venezuela ha crecido de forma paralela a la organización popular, quizá, como explica José Manuel desde ANMCLA, “porque la Revolución Bolivariana es muy urbana y ha sido defendida por comunidades populares organizadas sobre la base de solicitud de servicios, más que de sectores económicos precisos como obreros o mineros”. Tanto es el nexo entre los medios comunitarios y la organización popular, que en este momento se discute en la Asamblea Legislativa el proyecto de Ley de Comunicación del Poder Popular, presentado bajo la figura del pueblo legislador y que tiene como objetivo impulsar y consolidar la comunicación del Poder Popular como derecho humano y defender la comunicación participativa y emancipadora de las comunidades.


Mª Cruz Tornay, periodista sevillana que vive en Venezuela, forma parte del consejo de redacción de Pueblos – Revista de Información y Debate.

Artículo publicado en el nº61 de Pueblos – Revista de Información y Debate, segundo trimestre de 2014, monográfico sobre comunicación, poder y democracia.

NOTAS:

  1. Pasquali, Antonio (1991): La comunicación cercenada. El caso Venezuela, Monte Ávila Editores, Caracas.
  2. www.lasmontoneras.net.
  3. http://ecopopularve.wordpress.com/.

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