domingo, 22 de marzo de 2015

"EN LA CUENCA DEL DON", DE ALEKSANDR DEINEKA


En la cuenca del Don (Donbáss)
Aleksandr Deineka
Témpera sobre lienzo
180 x 199,5 cm
1947
Galería Estatal Tretyakov, Moscú

Los últimos años del gobierno de Stalin, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1953, se conocen como el apogeo del estalinismo: un período señalado por el conformismo y el conservadurismo extremos en la cultura, y por el fuerte antioccidentalismo que definió los primeros años de la Guerra Fría. Las políticas culturales cambiaron de forma radical y Deineka volvió a ser el blanco de nuevos ataques. Por ejemplo, había sido nombrado director del MIPIDI —durante el breve período entre 1945 y 1946 que se conoce como el mini-deshielo— en un momento en que los contactos con Occidente durante el período de guerra habían abierto el debate en torno al sistema soviético, incluyendo las artes. Sin embargo, ya en el otoño de 1946, el Partido aprobó tres drásticos decretos en los que defendía una actitud antimodernista, antioccidental, y explícitamente académica en las artes. Una vez más, Deineka y otros artistas “liberales” empezaron a recibir críticas en la prensa artística por su esquematismo y su formalismo.

Su cuadro de 1947 En la cuenca del Don, supuestamente basado en los bocetos que había dibujado en una komandirovka a la región, puede interpretarse como un intento decidido de replicar a sus críticos haciendo el tipo de kartina, o imagen a gran escala, académica y tradicionalmente realista, que tan apreciada era entonces por la estructura artística del sistema establecido. Si se compara con su interpretación del tema, esencialmente idéntico, de las dos trabajadoras, abordado en su muy anterior Construyendo nuevos talleres, se observa que este cuadro es mucho más metódico en su descripción de las coordenadas espaciales del escenario de la fábrica, y mucho más realista, incluso prosaico, en su interpretación de los detalles de la vestimenta y las poses de las jóvenes. Deineka ha sometido el fervor emotivo expresado en su anterior estilo gráfico y conciso, con el fin de emprender la rutinaria tarea de un realismo más acabado. Y la rutina era, precisamente, su temática: esta pintura no trata sobre la eufórica fantasía de la industrialización durante la década de 1920, sino sobre un país hace tiempo industrializado y extenuado por la guerra, entregado sin descanso a la tarea de estar a la altura de su nuevo estatus de superpotencia. Aunque Deineka ya había pintado mujeres trabajadoras en sus principales lienzos, aquí la relevancia es determinante: las jóvenes trabajan porque en la guerra se ha perdido toda una generación de hombres jóvenes. Atisbos del estilo anterior de Deineka afloran en este cuadro de estructura más convencional, como las siluetas planas de los trabajadores sobre el puente, los brillantes tonos ácidos del pañuelo rosa y el vestido amarillo, ese triangular pecho amarillo que, intencionadamente, encaja a la perfección con el puente. De hecho, la composición general forma, irremediablemente, un modelo de superficie estrictamente ordenada con líneas verticales, diagonales, y el corte horizontal del puente, proporcionándole lo que se podría calificar de una sensibilidad precursora del pop. Las severas limitaciones que imponía el realismo socialista durante el apogeo del estalinismo le hicieron diluir su antiguo estilo, pero una forma inesperadamente soberbia de realismo moderno ocupó su lugar.

Fuente: Alexander Deineka (1899-1969). Una vanguardia para el proletariado (Fundación Juan March)

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