sábado, 18 de abril de 2015

"CUANDO PASAN LAS CIGÜEÑAS", PELÍCULA DEL DIRECTOR SOVIÉTICO MIKHAIL KALATOZOV

TÍTULO ORIGINAL: Letyat zhuravli
AÑO: 1957
DURACIÓN: 94 min.
PAÍS: Unión Soviética
DIRECTOR: Mikhail Kalatozov
GUIÓN: Viktor Rozov (Basado en la obra de Viktor Rozov)
MÚSICA: Moisej Vajnberg
FOTOGRAFÍA: Sergei Urusevsky
REPARTO: Tatyana Samojlova, Aleksei Batalov, Vasili Merkuryev, Aleksandr Shvorin, Svetlana Kharitonova, Konstantin Nikitin, Valentin Zubkov, Antonina Bogdanova, Boris Kokovkin


Sinopsis: Esta es la historia de un amor que no pudo ser destruido incluso por la guerra. Borís perece en el frente: cayó abatido por una bala del enemigo. Verónica esta desolada: ella perdió a su amado, sus padres, su casa. Desesperada, ella trata de formar una nueva familia, pero sólo pierde su autoestima. Finalmente, recupera la fe en sí misma, cuando salva a un niño de debajo de las ruedas de un auto. Ella encuentra fuerzas para continuar viviendo, y se niega a creer que Borís esta muerto. Verónica sigue esperándolo. Para ella la vida es amor, y su pérdida equivale a morir.

CRÍTICA

En esto del cine hay películas de todo tipo: buenas, malas, regulares y otras, como esta, que pueden calificarse de precursoras o innovadoras, que crean estilo y que vistas muchos años después, parecen no haber envejecido ni un ápice con el paso del tiempo.

Y es que “Cuando pasan las cigüeñas” sólo parece encajar con el año 1957 en cuanto al tema de fondo que trata, la II Guerra Mundial, con cierto tono propagandístico, pero que aún en este tema da un paso más respecto al cine de la época, al humanizar al ejército soviético y optar por un mensaje triunfalista comedido, que sólo en el discurso final, necesario para un “happy end” que aliviara el intenso drama mostrado, parece tener cabida.

Pero, si no fuera por los acontecimientos históricos en los que se inserta la trama, y el sospechoso blanco y negro con el que está rodada, ningún espectador de hoy en día ubicaría esta película a finales de los años 50. Formal y estilísticamente, resulta extremadamente audaz, con imposibles movimientos de cámara, que se eleva en zigzag por las escaleras de un edificio, que persigue a la enamorada al hombro entre la multitud, que se desliza en diversos travellings unos pausados y otros frenéticos, que roba planos detalle del rostro de la protagonista, que ensambla diversos planos superpuestos, que se eleva sobre un paisaje metálico.

Mikhail Kalatozov, hace un trabajo impecable, orquestando la cámara y los personajes en una compleja coreografía, que puede apreciarse bien en las escenas corales, tanto la de la despedida del amado que es enviado a la guerra, como en la del regreso de los soldados en la estación de tren. Todo está medido al detalle, para pasar de unas parejas a otras, que lloran, se besan, sonríen o se buscan y todo ello imprimiendo tensión al drama, pues Verónica, la protagonista, no consigue encontrar a su querido Boris entre los que van a partir a la guerra para darle su último adiós.

La película es un dramón en toda regla y para ello ha de contar con buenos actores que empaticen con el espectador. Aquí los tenemos, Aleksey Batalov (Boris), Vasili Merkuryev (el padre) y muy especialmente Tatyana Samojlova (Veronica), que se convierte en el eje central de la película, tanto temáticamente como en lo visual. Con una faz pálida y unos expresivos ojos negros, enmarcados por el eyeliner, la cámara la busca constantemente a ella, porque queremos adivinar lo que piensa y sobre todo lo que siente en todo momento, abandonada a los brazos del espectador mientras su amado lucha en el campo de batalla con su foto bajo la chaqueta.

“Cuando pasan las cigüeñas” está repleta de secuencias remarcables: la de Boris subiendo las escaleras a toda prisa, la de la despedida entre la muchedumbre, la de Verónica corriendo para buscar a sus padres tras un bombardeo, la del piano bajo las bombas y otras que es mejor no revelar al ser parte fundamental de la trama. En todas ellas destaca, además de la labor de dirección, la de montaje y la de fotografía, con un excelente trabajo de Sergei Urusevsky.

Esta es una de esas películas que quizás no son muy conocidas, pero que merecen ser recomendadas a voces, pues espectáculos como este pocas veces se encuentran. Ya decían los comentarios del año de su estreno: “había un silencio profundo en la sala, la pared que separaba el arte de la realidad había sido derribado…. y las lágrimas abrían las puertas”.

Si las cigüeñas dejan de volar es porque algo terrible e importante está pasando.

Fuente: El Séptimo Arte

VER PELICULA CON SUBTITULOS EN CASTELLANO:


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1 comentario:

Anónimo dijo...

ustedes publicaron la carta de Stephan hermlin a erich Honecker, aqui le dejo la carta de Kurt Masur a Honecker, tambien data de "esos dias". me gustaria que la publicara. tengo otros textos digitalizados
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Leipzig, a 30 de Octubre de 1989.

Muy estimado Erich Honecker:
Por más satisfecho que yo esté a raíz del “ambiente de emancipación” reinante en el ambiente de nuestro país, no puedo sin embargo olvidar los méritos que usted posee, relativos a decisiones importantes en el campo de la cultura musical.
Todos sentíamos que usted, cuando visitaba Leipzig, compartía con nosotros el orgullo por ser la Gewandhaus una de las más altas metas alcanzadas en documentaciones en los años ochenta, junto a la Opera de Semper de Dresden y el Schauspiellaus de Berlín.
Yo quisiera agradecérselo y desearle bienestar personal, en este tiempo que seguramente no es fácil para usted.

Suyo,
Kurt Masur.
Director Musical de la Gewandhaus.

Tomado del libro La Otra Alemania, la RDA(conversaciones con Margot Honecker). Luis Corvalán. Ed. ICAL. 1 ed. 2000.
Transcripción: El Cantil.